Valle de México
Lunes 20 de Agosto de 2007.
“No tengo lápiz maestra ¿qué hago?… será que me puedo quedar?”. Cuando se trata de un nuevo año escolar el primer día es crucial. El sólo hecho del cambio de maestro y/o compañeros puede generar ansiedad, pero lo que podría producir mayor angustia es enfrentar nuevamente asuntos irresueltos del período anterior.
Ahora si se trata de la primera vez que el niño o niña ingresa al colegio, las angustias vendrían dadas por el hecho de separarse de los padres y enfrentarse con un mundo desconocido, nuevos compañeros, cambio de horarios, maestros, etc. Es importante señalar que la ansiedad, en muchos casos, puede ser producto de la emoción del regreso a clases y por tanto convertirse en un factor motivador.
Durante el primer día de clases la presentación de planes de evaluación, exigencias del curso, cualquier planificación a largo plazo, junto con la ansiedad de muchos padres de contar con la mayor información posible, coloca a los niños y niñas en una franca situación de ansiedad.
Esto afecta positiva o negativamente según la enseñanza que han recibido en el hogar y la experiencia propia del alumno, por ejemplo, si un niño o niña, se ha sentido muy a gusto con sus compañeros y profesores, difícilmente querrá cambiarse de colegio, si por el contrario, en el colegio el alumno no ha logrado adaptarse adecuadamente al mismo, bien podría significar para éste una oportunidad de escapar de situaciones que le generen ansiedad. Por su parte, el ambiente del hogar es fundamental para el fortalecimiento del niño en cuanto a la toma de decisiones y autoestima.
Si recibe apoyo y afecto podrá enfrentarse a los cambios, pero si el niño vive en un ambiente hostil y desesperanzador experimentará cualquier situación nueva en forma negativa. A esto hay que sumar las características de personalidad y habilidades sociales del niño (a) para afrontar el cambio de colegio.
Es similar a lo que sucede con el cambio de colegio, pero se puede destacar que, como se trata de un estado diferente, donde la cultura y modo de vivir son distintos, se incrementa la incertidumbre. Este cambio de residencia de un estado a otro podría aumentar la probabilidad de angustia y estrés no sólo por las expectativas del niño o niña, sino por el estrés experimentado por los padres de cara a una mudanza, que como bien se sabe es uno de los factores estresantes de mayor envergadura.
Sin embargo esta situación puede ser una oportunidad para el fortalecimiento de la personalidad y su madurez.
Un adecuado apoyo familiar para percibir la situación de mudanza como de transición haría de la situación algo más fácil de llevar.